Departamento de Cultura y Política Lingüística

El consejero Bingen Zupiria ha presentado la correspondencia diplomática de Joaquín Ignacio de Barrenechea, que ofrece valiosa información sobre la influencia de la élite vasca durante el siglo XVIII y el uso social del euskera en aquella época

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El fondo, adquirido por el Archivo Histórico de Euskadi, recoge cartas en euskera entre Barrenechea (Marques del Puerto), el Marqués de Viana y Juan Bautista de Orendaín, secretario de Estado de Felipe V

El consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, ha presentado hoy en Bilbao la correspondencia diplomática de Joaquín Ignacio de Barrenechea, un archivo de “calidad internacional” adquirido por el Gobierno Vasco que ofrece valiosa información sobre la influencia de la aristocracia vasca en la Corte durante el siglo XVIII y, asimismo, sobre la situación social del euskera en aquella época. Esta correspondencia evidencia el peso de la élite diplomática vasca durante el reinado de Felipe V y refleja que estas élites utilizaban el euskera, su lengua materna, también en las relaciones diplomáticas.

En un acto que ha tenido lugar en la sede del Archivo Histórico de Euskadi en Bilbao, junto al consejero Zupiria han comparecido el director del Archivo, Borja Aguinagalde, y Koldo Ulibarri, doctor en Filología Vasca. “El análisis de este fondo, un archivo de una enorme calidad, ha dejado patente el poder que tenían la élite vasca dentro de la diplomacia europea y nos permite arrojar luz sobre esa situación histórica. Además, y se trata de una cuestión trascendente, nos ha permitido conocer mejor cuál era la situación social del euskera en aquella época y comprobar que la lengua contaba con prestigio entre esa élite”, ha indicado Zupiria.

El estudio de esta documentación está siendo posible gracias a la adquisición, por parte del Archivo Histórico de Euskadi, de la parte principal del archivo troncal de la familia Barrenechea. Esta documentación ha permitido situar en su entorno a Joaquín Ignacio de Barrenechea y Erquiñigo (Bilbao, 1681 – La Haya, 1751), primer Marqués del Puerto, y analizar su correspondencia con la diplomacia europea, un ámbito en el que los vascos tenían un peso extraordinario. Se trata de 23 volúmenes organizados, foliados y clasificados por el propio Barrenechea con un total de 11.880 folios.           

Perteneciente a una de las principales familias del señorío de Bizkaia, Joaquin Ignacio de Barrenechea accede con 46 años a la carrera diplomática. Según ha explicado Borja Aguinagalde, entra de lleno en la carrera diplomática desde el entorno más próximo de Felipe V, ya que es hombre de confianza de su mujer. “Desde nuestra perspectiva es interesante resaltar que el valedor del bilbaíno Barrenechea es el guipuzcoano Juan Bautista de Orendain y Azpilicueta, secretario de Estado y del Despacho de Felipe V desde 1725, lo que es tanto como decir el responsable de la diplomacia de la Monarquía en aquel momento. Barrenechea y Orendain, Marqués de la Paz, van a formar un tándem por cuyas manos van a discurrir durante algunos años los asuntos más importantes de las relaciones diplomáticas europeas”, ha añadido.

El euskera en la Corte

Una de las grandes aportaciones de esta documentación tiene que ver con la aparición de numerosas referencias en euskera en la correspondencia diplomática entre estas élites. En este caso, el euskera estás muy presente en la correspondencia enviada por el embajador en Viena, José de Viana y Eguiluz (1695 – 1750), de familia originaria de Abecia (Urkabustaiz) erradicada en Orduña, de donde él mismo fue alcalde, al propio Barrenechea y a Orendain. “Esto nos permite afirmar que las elites diplomáticas utilizaban la que era su lengua materna en las relaciones diplomáticas. En este caso, quien escribe en euskera es el alavés José de Viana, Marqués de Viana, y se dirige a dos receptores naturales de Bilbao y Segura, que también eran vascohablantes”, ha explicado Aguinagalde.

El doctor en Filología Vasca de la UPV/EHU Koldo Ulibarri se ha encargado de analizar la aportación que desde el punto de vista del euskera y la historia social de la lengua vasca hace este archivo. El material en euskera dentro de esta correspondencia se encuentra en el volumen 19, repartido entre un total de 16 cartas que se han encontrado entre la correspondencia de Barrenechea. Se trata de cartas personales y despachos diplomáticos, todos originales, que remite Viana y Eguiluz desde Austria. La extensión de las partes escritas en estas 16 cartas varía mucho. En ocasiones se trata de una única frase, en otras de entre uno y tres párrafos, y, finalmente, en algunos pocos casos se puede decir que las cartas están escritas en euskera con algunos pasajes en castellano.

La primera conclusión que se desprende al analizar la presencia del euskera en estas cartas es que se “debería volver a analizar lo que sabemos sobre la historia externa del euskera en esta época”. “Vemos que las élites de la Corte española utilizan el euskera en su desempeño ordinario, aun estando fuera del País Vasco. Y lo hacen antes de que el Padre Larramendi y el Conde de Peñaflorida iniciasen sus proyectos”, ha señalado Ulibarri.

En este sentido, Ulibarri ha indicado que era conocido que, en otros momentos históricos, antes y después, las élites habían apostado por el euskera, si bien en este caso se demuestra un uso más allá del ámbito familiar. “Aunque en ocasiones se aprecia que se trata de un uso práctico para hace llegar matices divertidos o mensajes privados, se muestra también una actitud favorable al euskera. Se habla de ‘nuestra preciosa lengua’, se envían ‘versos vizcaínos’, es decir, en euskera, y, por poner otro ejemplo, se muestra el agradecimiento por el envío de ‘dos rengloncitos en vizcaíno que me dejan muy consolado’”, ha indicado.

Por tanto, se concluye que se debería revisar lo que se ha dicho sobre los hábitos lingüísticos de la élite y el pueblo llano, ya que, según ha indicado Ulibarri, demuestra que “entre los vascohablantes, también en la élite, hablaban en euskera y que incluso intercambiaban referencias literarias en euskera”. Aguinagalde ha insistido en este aspecto: “Se trata de un testimonio de grandísimo valor sobre la historia de los usos sociales del euskera en las más altas esferas del poder en los umbrales de la Ilustración”.

Según ha indicado Ulibarri, otro de los aspectos que merece la pena destacar tiene que ver con la dialectología: “Desde el punto de vista dialectológico, vemos que se trata de textos escritos, a comienzos del siglo XVIII por una persona nacida y criada en Álava en un momento en el que el euskera alavés aún estaba vigente. Atendiendo a las características preliminares hemos apreciado que el euskera utilizado es coherente con un texto escrito en euskera alavés. No obstante, los textos analizados plantean cambios respecto a la visión que teníamos sobre el euskera de Álava, ya que aportan datos relevantes en torno a la coherencia interna del dialecto y su relación con el resto de dialectos. Se trata de cuestiones que deberán ser analizadas con mayor profusión”.

En este sentido, Ulibarri indica que, si bien coincide en líneas generales con el conocimiento que tenemos del dialecto alavés, en el texto aparecen formas que a priori no se esperarían en un texto escrito por una persona procedente de la zona occidental de Álava. Esta variedad en las formas dialectales podría deberse, según han explicado, a que el autor de los textos optase por dialectos con mayor prestigio lingüísticos (en este caso, los dialectos centrales, de Gipuzkoa y Navarra) o a la existencia de una especie de código lingüístico utilizado entre los diplomáticos vascos (un koiné) que bebe de diferentes variantes del euskera.

“Hasta ahora sabíamos que desde mediados del siglo XVIII el euskera de Beterri tenía más prestigio, tal y como muestran las manifestaciones de una persona tan influyente como el Conde de Peñaflorida. Lo podíamos atribuir a los escritos de Larramendi. Si en este caso concluimos que esas características dialectales inexplicables se deben a una variante de mayor prestigio, Viana nos demostraría que antes de Larramendi ya existía en la Corte un euskera, vinculado con la zona central de su extensión geográfica, que contaba con mayor prestigio”, ha explicado Ulibarri.

Finalmente, Ulibarri ha mencionado una última aportación desde un punto de vista lingüístico: “El hecho de que el euskera y el castellano aparezcan intercalados (aunque pueda ser para mantener en secreto lo dicho), nos permitirá analizar la alternancia de códigos, algo que no había sido posible en la parte occidental del País Vasco y que es una línea de investigación que tiene un peso creciente en contextos bilingües”.

Calidad del archivo

Más allá de la aportación de estos hallazgos desde el punto de vista del euskera, Borja Aguinagalde ha resaltado la relevancia de este fondo de cara a estudiar el papel de una élite vasca que gobernaba la monarquía en la primera mitad del siglo XVIII, durante un periodo de “reformas y cambios económicos, políticos y sociales”. “Se trata de una pieza espectacular, cuyo hallazgo, insospechado, va a arrojar una poderosísima luz a esta cuestión, y va a poner la vista, por primera vez de manera tan relevante, en los archivos del país donde precisamente se fraguaban las relaciones y alianzas domésticas de esta elite ilustrada, viajera y precursora. Este archivo muestra hasta qué punto Barrenechea y Orendain van a tener un papel capital en las relaciones diplomáticas europeas. Se trata de algo desconocido y extraordinario”, ha indicado.

Según ha resaltado el propio Aguinagalde, la diplomacia de la época trabajaba en red, de manera que los asuntos discurren por los cauces directos y jerárquicos entre los responsables y los agentes acreditados ante las diferentes Cortes europeas. No obstante, estos mismos agentes gestionan los negocios también entre sí, de manera que es imposible comprender lo que sucede accediendo únicamente a la fuente documental principal.

Este archivo ofrece, por tanto, información más allá de la documentación oficial. “Es un fondo denso en el que el desarrollo de las diferentes negociaciones diplomáticas entre las potencias europeas se describe día a día por boca de sus protagonistas. Barrenechea conserva los despachos y cartas originales que recibe de toda Europa, y la copia de sus respuestas. La documentación permite abordar, en un único fondo de archivo o colección, todas las negociaciones que simultáneamente se llevaban desde todas las sedes diplomáticas europeas por parte de todos los agentes implicados”, ha añadido Aguinagalde.

Dentro de esta narración histórica y exhaustiva de lo que acontecía en Europa en aquella época destaca la información relativa al Congreso de Soissons (1727-1730), planeado para poner fin a la Guerra anglo-española. No obstante, tal y como ha señalado Aguinagalde, cabe subrayar que el fondo reúne valores globales y locales de manera muy pedagógica y elocuente. No en vano, el fondo ofrece valiosísima información sobre la situación que vivía Europa, pero también sobre la élite vasca que la protagonizaba. “Esta documentación sitúa al Archivo que la posee en primera línea de interés a nivel europeo, por su contenido y calidad”, ha indicado.