En una exposición mucho menos radical y más equilibrada que la que por regla general se aprecia en sus detractores, el autor reconoce la inviabilidad de un modelo energético basado exclusivamente en los biocarburantes como alternativa única al petróleo, pero defiende con criterio su capacidad de contribución, como una fuente adicional factible e importante, en el tránsito hacia un nuevo modelo energético sostenible.
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