Subjektu prekarioa. Kultura langileak aro digitalean

  • Subjektu prekarioa. Kultura langileak aro digitalean
CCCB

  • DataIrailak 28
  • Gaia Ikusizko arteak, Arte eszenikoak, Musika, Ikus-entzunezkoa, Literatura

Ya hace tiempo que se instrumentalizan la vocación y el entusiasmo para justificar la deriva hacia la precariedad laboral. La tendencia va en aumento en los contextos dedicados al arte, la cultura y el conocimiento, donde conviven las ventajas de un mundo hiperconectado con el mantenimiento de viejas formas de poder que vulnerabilizan a las personas y les niegan espacios donde repensar la lógica laboral en que se inscriben. Una lógica que incluye desde la falacia de igualar la vida al trabajo hasta la burocratización de la vida laboral, pasando por la feminización de las bases de la cultura o el individualismo inducido por la competencia feroz, entre otros.

El futuro (pospuesto)

Abro la ventana y observo que el mundo cultural se nutre y mantiene hoy de entusiastas becarios sin sueldo, críticos culturales en línea, colaboradoras a tiempo parcial que evitan embarazos, investigadores que buscan méritos, creadores de gran vocación, autónomos errantes, polivalentes artistas-comisarios, jóvenes que siempre «compiten», evaluadores que son evaluados, profesores contratados por horas e interinos, sujetos precarios movidos por la ilusión de que la vida es lo que hay «después».

Desde hace tiempo advierto cómo se ha asentado en las personas que dinamizan la vida cultural y académica cercana un aplazamiento de lo que consideran «verdadera vida». Movidos por la expectativa que iguala vida a trabajo y el deseo de plenitud e intensidad creativa futura, muchos navegan en un presente de precariedad. Unos, entre prácticas, colaboraciones y becas por las que no cobran o pagan ellos, y otros (a veces los mismos) entre tutoriales y redes, soñando con estabilidad y tiempo para ejercer aquello que les punza, o con la visibilidad necesaria para convertir su práctica en línea en un trabajo remunerado con el que pagar alimento de cuerpos y computadoras, sintiendo que la vida es algo pospuesto que nos merodea pero nunca se brinda plenamente.

En el carácter precario de los trabajos disponibles radica la situación ventajosa de quien contrata hoy movido por la maximización racionalista de «menor inversión y mayor beneficio». Pero también ahí se acomoda la excusa de temporalidad de quien trabaja cargado de vocación y expectativa soñando con algo mejor. En un marco profundamente neoliberal, el trabajo cultural sigue esquivando la contratación estable y se presenta bajo eufemísticas propuestas de formación, experiencia o prácticas acogidas bajo bellos epígrafes foráneos que irán cambiando y envejeciendo a la velocidad con que se pudre una manzana bajo un sol acelerado.

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