Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

¿La lavadora ha dejado de funcionar? Tienes derecho a repararla

Cuando se te estropea un producto, ¿qué haces? ¿Intentas repararlo o directamente piensas que tienes que comprar uno nuevo? La cultura de usar y tirar está muy impuesta en nuestra sociedad y la obsolescencia programada es una práctica que, en parte, está detrás de todo esto. Las empresas fabricantes utilizan esta estrategia para reducir la vida útil de los productos con el objetivo de aumentar las ventas y, en definitiva, el consumo. En muchos casos, si intentas arreglar el producto, puede que el coste de la reparación sea superior al precio de comprar uno nuevo.

La Unión Europea, en su intención de luchar contra esta práctica, quiere consolidar el derecho a reparar como parte fundamental de la economía circular. Su objetivo es reducir el impacto medioambiental y potenciar la sostenibilidad a través de la reutilización y de las reparaciones. Hablando claro: lo que se busca es luchar contra la obsolescencia programada y alargar la vida útil de los productos sin perjudicar tanto los bolsillos de las personas consumidoras. Es decir, que cuando compres un teléfono móvil, no estés pensando que en dos años vas a tener que comprarte uno nuevo porque el que te acabas de comprar va a dejar de funcionar.

¿En qué consiste este derecho?

El 1 de enero entró en vigor la nueva normativa de consumo, que refleja que la garantía de los productos nuevos se extiende a 3 años. El derecho a reparar también está incluido en la nueva norma, y señala que las empresas deben garantizar la existencia de un adecuado servicio técnico y disponer de piezas de repuesto durante un mínimo de 10 años a partir de la fecha en la que el producto deja de fabricarse.  Es decir que, durante ese tiempo, las personas consumidoras puedan disponer de piezas para reparar un producto y evitar comprar uno nuevo por falta de suministros.

La directiva también incluye que las empresas fabricantes de algunos productos proporcionen manuales en los que se informe de cómo realizar reparaciones.

Antes de desechar un producto que ha dejado de funcionar, intenta repararlo, es tu derecho. Si apostamos por la reparación y la reutilización, se generarán menos residuos y se reducirá el impacto en el medio ambiente. Además, no podemos olvidar que, por ejemplo, los residuos eléctricos y electrónicos suelen ser de los más contaminantes, y la energía que se consume en su destrucción en ocasiones supera la consumida en su fabricación.

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