En las obras de mineralogía se define el asfalto como un producto amorfo, con rompimiento concoide, de aspecto resinoso oscuro, fácilmente fusible y que arde con llama fuliginosa. Pero esta definición no es aplicable a los asfaltos naturales que se encuentran en la comarca de la Montaña Alavesa. En este caso se trata de rocas asfálticas constituidas principalmente por calizas cuyas moléculas se haya unidas por un carburo de hidrógeno. Este carburo presente en las rocas asfálticas tiene diversos nombres como betún, brea de asfalto, pez mineral o betún de Judea.
La roca asfáltica es de un color oscuro homogéneo o surcado por vetas blancas, dominando el color negro y presentando a veces color chocolate en los asfaltos de escasa impregnación. Se toma Comúnmente como indicación de la riqueza bituminosa el color del asfalto, siendo el negro más pronunciado el que demuestra mayor cantidad. La densidad varía según la cantidad de betún que la roca contenga. La densidad media de los asfaltos más usados es de 2.200 kilogramos por metro cúbico. La ductilidad depende de la riqueza bituminosa y de la temperatura.
Las calizas que contienen más del 7% de carburo de hidrógeno se rompen difícilmente a temperaturas superiores a los 18ºC, presentando condiciones marcadísimas de elasticidad. A temperaturas inferiores, las rocas asfálticas crasas se rompen con más facilidad. Las rocas que contienen poco betún de impregnación no resisten la fractura a ún a temperaturas superiores a los 18 ó 20ºC. La contextura de las calizas asfálticas varía mucho encontrándose algunas duras y compactas, mientras otras son blandas y porosas.
Las calizas impregnadas en el betún que les da el carácter de rocas asfálticas son de formación sedimentaria, hallándose en los terrenos secundarios del periodo cretácico y del jurásico, constituyendo bancos o bolsadas.
Es frecuente que las capas de asfalto estén situadas entre dos bancos de calizas blancas y a veces dentro de la masa de asfalto se encuentra una parte más o menos grande de calcáreo que no ha sufrido impregnación o la tiene más débil. Cuando esta parte no impregnada es de mayor dureza que la roca asfáltica donde está enclavada, suele observarse que las porciones próximas a la roca dura, tienen mayor cantidad de betún o que este se halla puro, en grietas interiores.
Los bancos de asfalto suelen estar colocados en las laderas de determinadas montañas, mostrando afloramientos fáciles de apreciar, si no han sido cubiertos por terrenos de acarreo o cantos rodados. Los crestones de roca asfáltica expuestos a los elementos climáticos externos pierden gran parte de su característico color negro, para aparecer como calizas tiznadas. Sin embargo, basta romper la parte exterior de estos crestones para que, si son de asfalto, aparezca el betún.
Las capas de asfalto se presentan ordinariamente horizontales o con una pequeña inclinación, pudiendo aparecer alguna otra vez en otra forma si parte de ellas han modificado su primitiva situación por movimientos geológicos, aunque no es lo habitual.
Comúnmente los bancos de asfalto no son de gran magnitud: teniendo de cuatro a seis metros se consideran ya de excelentes, y si en toda su extensión conservan la homogeneidad resultan más apreciables, porque lo más frecuente en minerales de esta clase es que los bancos tengan distintas proporciones en sus componentes o en la cantidad de betún.