En nuestra administración pública hay muchas personas que trabajan de manera encomiable, y ha habido y sigue habiendo experiencias transformadoras en muchas de nuestras unidades organizativas para mejorar, para innovar y, en definitiva, para trabajar mejor. Ello no obstante, las personas que trabajamos en la administración, a menudo, olvidamos que sólo estamos en la cosa pública para conseguir una sociedad más igualitaria, con mayores cotas de bienestar y de calidad de vida y, en definitiva, para hacer la vida más fácil y, por qué no, más feliz a nuestros ciudadanos y ciudadanas. Y que sólo en la medida en que lo consigamos estaremos legitimados para seguir estando donde estamos y siendo lo que somos, y de sentirnos orgullosos de ser funcionarias y funcionarios.

En el actual contexto, con una crisis económica, fiscal, financiera y también social, existe una ola de deslegitimación de la acción de la administración. De una manera, fundamentada a veces, y, en muchas ocasiones, demagógica se habla de la excesiva dimensión de la administración, de la conveniencia de que el sector privado asuma parte de las funciones del público porque prestará servicios con menor coste y de las extraordinarias condiciones de las que gozamos, entre las que siempre se destaca el trabajo de por vida. Esa misma ciudadanía que, en muchas de las encuestas, valora positivamente nuestros servicios prestacionales, la salud, la educación, la atención social o la seguridad, con el mismo entusiasmo es capaz de decir que somos muchos y que no trabajamos ni suficiente ni bien.

Así, la ciudadanía nos pide que seamos más transparentes, cercanos, flexibles, corresponsables, participativos, innovadores, que trabajemos con objetivos que se evalúen, y que seamos más eficientes, esto es, que hagamos un mejor uso de los recursos públicos. Y es que, aunque algunas de las afirmaciones realizadas sobre nuestra actividad, ni son correctas ni tienen fundamento, si lo analizamos bien, somos conscientes que tenemos un amplio campo para ser mejores.

Ante esta situación, parece llegado el momento de dar un paso adelante y avanzar para responder con eficacia a esas demandas que nuestra sociedad, en una realidad cada vez más compleja, cambiante y diversa, nos está planteando.

Con esa intención nace el proyecto Aurrerabide, que es:

• un proyecto de la Viceconsejería de Función Pública dentro del PIP 2014-2016,

• para aprobar e implantar un modelo de gestión avanzada, un modelo propio, adaptado a nuestra realidad, que toma lo que es más importante en la mayoría de los modelos de buena gestión, quitando peso a lo formal y poniéndolo en la mejora,

• en todas las Direcciones y OOAA del Gobierno Vasco,

• con el objetivo de orientar su gestión sobre unas bases comunes y hacerla más eficiente,

• para transformarnos en una administración mejor, creadora de más valor público.