Carlos Muguiro: «En la Zine Eskola trabajaremos con preguntas esenciales sobre el cine y su futuro»

  • Carlos Muguiro: «En la Zine Eskola trabajaremos con preguntas esenciales sobre el cine y su futuro»

Donostia contará en breve con una Escuela de Cine que se suma al universo de propuestas con las que el séptimo arte cuenta en la capital gipuzkoarra. Ofertará formación en tres especialidades –archivo, curaduría y creación–, lo que en palabras de su director, Carlos Muguiro, “es toda una declaración de principios y un ejercicio de reflexión sobre lo que significa ser cineasta en el contexto actual”. Él nos ha desvelado los detalles de un proyecto que, aunque se pondrá en marcha en septiembre de 2018, adelanta parte de su actividad a este otoño.

 

La Elías Querejeta Zine Eskola se define como un centro de pensamiento, investigación y estudio del cine. ¿Qué objetivos se plantea el centro?

El término escuela tiene en nuestro caso un sentido amplio, no sólo como lugar donde se adquieren destrezas, sino sobre todo como centro de estudio, donde se investiga y se produce conocimiento. Dicho de otro modo, un lugar donde se generan preguntas, preguntas esenciales sobre el cine y su futuro. De ahí las tres líneas de actividad de EQZE: como lugar de formación, como centro de investigación y como plataforma de divulgación. Con demasiada frecuencia los centros de formación superior se empeñan en moldear cuadros profesionales como “estrechos recintos de un saber particular”, decía Jorge Oteiza. En mi opinión, y en el ámbito cinematográfico, el camino pedagógico deber ser justamente el inverso. No se trata de empeñarse en la adecuación a una supuesta, y muchas veces inexistente, industria cinematográfica ideal, sino de trabajar sobre la capacidad humana de cambiar la realidad (cinematográfica, si se quiere). No veo la educación como proceso de adaptación al medio (un medio, por otro lado, mutante, volátil, sujeto a tantos cambios), sino como una experiencia transformadora de la persona y de la sociedad. En ese sentido, EQZE se define como un centro de pensamiento, educación estética y búsqueda experimental en torno al cine.


Fuiste elegido director de la escuela gracias al proyecto “La hipótesis del cine”. ¿Cuáles fueron los detalles del programa y cómo se han materializado?

La expresión hipótesis del cine no es mía, sino que está vinculada a determinados proyectos de docencia fílmica con los que siento gran afinidad, fundamentalmente el pensamiento de Alain Bergala y, también, la fundación de la escuela Ipotesi cinema que fundó Ermanno Olmi en Bassano del Grappa (Italia) en 1982. ‘Hipótesis’ es un concepto asociado habitualmente a la filosofía y a la ciencia, pero que a su vez está unido íntimamente al cine. En cierto sentido, proyección e hipótesis son sinónimos. Es lo que sucede cuando, como espectadores, nos sentamos en una sala mirando una pantalla blanca…, todo lo que volcamos sobre ese espacio vacío, lo que esperamos que surja, esa particular forma de espera... Todos los espectadores experimentamos ese estado inmediatamente anterior (y tan dichoso) de la proyección: eso es la hipótesis. En ese sentido, es un concepto muy pertinente para una escuela que trabaja precisamente con lo que los alumnos y alumnas imaginan para sí mismos en el futuro. Una escuela en la que pueden proyectarse a sí mismos.

Más allá de la terminología, mi proyecto se articula en torno a la investigación, la práctica experimental y la interconexión de la actividad y el conocimiento cinematográficos que ya existen en el edificio de Tabakalera: bajo el mismo techo conviven tres instituciones (Filmoteca, Festival y Tabakalera) que diariamente trabajan sobre el presente, el pasado y el futuro del cine, con un rigor y exigencia profesional extraordinarios. EQZE se incorpora a ese triángulo activando la transmisión de conocimiento que ahí se genera y fomentando además la investigación, la reflexión y la creatividad. Es una correa de transmisión que propicia el trasvase de conocimiento y experiencia entre generaciones, que estimula nuevos proyectos, que investiga y proyecta el futuro. Un engranaje que conecta lo profesional y lo amateur, lo local y lo internacional, el pasado, el presente y el futuro. En este sentido, hablando de la materialización del proyecto, la conexión entre los distintos equipos del Festival, Tabakalera y Filmoteca que estamos trabajando en la puesta en marcha está siendo extraordinaria.


El centro va a ofrecer tres especialidades: archivo, curaduría y creación. ¿Por qué habéis elegido estos tres campos de estudio?

Cada una de esas especialidades atiende respectivamente a la necesidad de respuestas que nos exige el cine del pasado, el del presente y el del futuro. Por eso hablamos de la escuela de “los tres tiempos del cine”, una peculiaridad que, por lo que yo conozco, no puede atribuirse a ninguna otra escuela del mundo. Las tres especialidades se corresponden, a su vez, con los campos de conocimiento y de experiencia de la Filmoteca, el Festival y Tabakalera. Por otro lado, la elección de estas tres especialidades es en sí misma una declaración de principios y un ejercicio de reflexión sobre qué es ser cineasta en pleno siglo XXI. Para mí tan cineasta es quien hace imágenes nuevas como quien es capaz de rescatarlas del olvido y presentárnoslas tal y como fueron concebidas desde el punto de vista técnico y formal. Cineasta es también quien hace el cine presente, es decir, quien lo hace visible, quien se hace cargo de su memoria. Comparto las palabras de Herny Langlois, fundador de la Cinemateca Francesa y, en este sentido, uno de los grandes cineastas europeos, cuando decía que su cámara de cine no era la de tomar imágenes sino la de proyectarlas. Él hacía cine rescatando películas, organizándolas en un programa, trabajando el intervalo entre dos proyecciones, ahí donde las películas empiezan a dialogar entre sí.


Clara Sánchez-Dehesa, María Palacios y Laida Lertxundi completan el equipo docente. ¿Cuál es la aportación de cada una de ellas al proyecto?

Son tres cineastas muy distintas en cuanto a visión y práctica profesional que comparten, sin embargo, el haberse formado en centros de gran prestigio, además de una forma de enfrentarse a su trabajo y a la docencia nada gregaria, muy libre, diría; son rara avis, también por el modo en que han ido construyendo su carrera. Clara se formó en la escuela de Eastman Kodak en Rochester (The L. Jeffrey Selznick School of Film Preservation), ha trabajado en archivos de Latinoamérica y es una de las primeras docentes en el ámbito de la preservación del Estado. María, desde su puesto en el festival de Courtisane y la subdirección de la distribuidora Lux de Londres, se ha convertido en una de las comisarias audiovisuales más influyentes de Europa. Con Laida la escuela se nutre de toda la tradición de la vanguardia cinematográfica, que ella fue a buscar a EEUU, y que ahora devuelve a su tierra de origen, con todo lo que ello significa de compromiso vital y creativo.


Sin duda, el cine ocupa un lugar preferente en la oferta cultural de Donostia: producción, festivales, gran respuesta del público… ¿Viene la escuela de cine a completar esta oferta?

Probablemente la relación de Donostia con el cine, tan intensa y enraizada, tiene que ver con la capacidad el Zinemaldia de crear espectadores activos a lo largo de 65 años. Pienso, por ejemplo, en los cineastas importantes que han surgido aquí, en la persistencia a lo largo del tiempo de iniciativas modélicas como Nosferatu, en la larga tradición del cine amateur y en la construcción de eso tan indefinible pero tan importante que tienen que ver con nuestra memoria cinematográfica. Como espectadores, todos tenemos una biografía íntima relacionada con el Zinemaldi. En mi caso, como espectador habitual desde 1983, el festival fue una verdadera escuela, que me permitió encontrarme con los clásicos, como Leisen, Sirk, Dieterle o Borzage… Sin irnos tan atrás, hoy mismo se están gestando cosas importantes en Donostia, como Donosskino o el Festival Lupa, la muestra de documentales que acaba de celebrar su décimo aniversario. Es un proyecto que me interesa mucho y muy sintomático de que algo está pasando, también a nivel creativo y de reflexión en el sustrato social y creativo de la ciudad. En este contexto, Zine Eskola debe ganarse el derecho a formar parte de esta historia, aportando lo que es propio de un centro de investigación y formación fílmica: una velocidad distinta a la hora de confrontarse con el cine, alejada de las urgencias de las modas, la capacidad de generar proyectos para el futuro y la posibilidad de que toda esa tradición siga fluyendo entre generaciones.

 

 


¿Qué le va a dar al centro el llamado ecosistema cultural de Tabakalera? ¿Y cuál va a ser su aportación propia?

En el área formativa, es decir en los postgrados, el programa cultural de Tabakalera discurre en paralelo a la docencia, como una línea de contenido complementario totalmente integrada en el plan de estudios: la actividad cinematográfica de Tabakalera funciona como un espejo y una expansión de las propias diplomaturas. A su vez, la escuela debe convertirse un centro de reflexión estética para todos, también para el Festival, Filmoteca y Tabakalera; espero que sea un lugar donde estas instituciones compartan su día a día con el alumnado y se piensen a sí mismas. Alguna vez lo he dicho: creada y financiada por Diputación, EQZE es una escuela del Festival, Filmoteca y Tabakalera, pero también una escuela para esas instituciones. Y aquí vuelvo al principio: es tan importante compartir el saber como el no saber, es decir, el espíritu de búsqueda, la capacidad de asombro, el espíritu crítico para formular preguntas adecuadas y oportunas. Es el noble y complejo oficio de “estar perdido en el bosque”, consustancial a cualquier verdadero aprendizaje, particularmente si es creativo, y que con frecuencia se evita o se considera una carencia.


Teniendo en cuenta la peculiaridad de la escuela, sustentada por instituciones cinematográficas más que meramente docentes, ¿qué perfil de estudiante esperáis?

La formación está destinada a post-graduados universitarios, es decir, alumnos y alumnas que posean ya un bagaje académico y busquen el tránsito al ámbito profesional. No es necesario que tengan un perfil marcadamente cinematográfico. Por ejemplo, pueden acceder al área de preservación y al archivo por otras vías no “artísticas”, vinculadas con la catalogación, la restauración o la historia. En el proceso de selección se les pedirá además que presenten una descripción del proyecto que quieren desarrollar en la escuela. Conviene recordar que el planteamiento pedagógico de EQZE se sustenta en el desarrollo de estos proyectos personales, en torno a los cuales gira buena parte de la actividad docente. Quisiera hacer mención también a la vertiente investigadora de la escuela. A través de las ayudas y de otras iniciativas, queremos llegar a jóvenes investigadores e investigadoras guipuzcoanas, pre o postdoctorales, que estén trabajando en campos de conocimientos relacionados con el cine. La convocatoria de estas ayudas la realizaremos en septiembre u octubre.


Por último, habéis querido homenajear a Elías Querejeta. ¿Qué hace tan relevante su figura?

Sí, Diputación decidió poner a Zine Eskola el nombre del productor de Hernani. Desde el punto de vista cinematográfico, el trabajo de Querejeta con autores como Saura, Erice, Ezeiza o Armendáriz es monumental. Sin duda, uno de los grandes cineastas europeos. Yo tuve el privilegio de trabajar con él en una película, Goodbye, America, donde firmamos juntos el guión, junto con Sergio Oksman.