La sociedad vasca mantiene actitudes ambivalentes en un clima de mejora de la imagen de la inmigración

29 de julio de 2016

  • El fenómeno de la inmigración extranjera y las actitudes que sobre ella  expresa la población autóctona están muy ligados a la evolución de la economía y del mercado laboral.
  • Cerca de un 70% de las personas consultadas opina que su relación con la población extranjera no ha experimentado cambios en el último año. Un 12,5% cree que ha mejorado y un 14,5% cree que  ha empeorado.

Según el Barómetro que elabora el Observatorio Vasco de Inmigración, IKUSPEGI, fruto de un convenio de colaboración entre el Gobierno Vasco y la Universidad del País Vasco, las actitudes hacia la inmigración extranjera han mejorado ligeramente en el último año y presentan la puntuación más alta en el índice de tolerancia desde su creación en 2007,

Con cifras similares a las de años anteriores, en respuesta espontánea, un 12,3% de la sociedad vasca cree que este colectivo supone un problema para Euskadi.

Como las de su entorno, la sociedad vasca suele reaccionar con ambivalencia ante el fenómeno de la inmigración: es abierta y tolerante cuando se abordan cuestiones como el asilo, la educación o la sanidad, pero recelosa cuando se vincula a aspectos laborales, culturales o relacionados con la protección social.

Los resultados del Barómetro 2016 que hoy han presentado en Vitoria-Gasteiz el consejero de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, Angel Toña, el director de Ikuspegi-Observatorio Vasco de Inmigración, Gorka Moreno, y el vicerrector de Investigación de la UPV/EHU, Fernando Plazaola, confirman esa ambivalencia, pero sitúan al colectivo inmigrante ante un escenario más positivo y optimista que el que se vislumbraba en el periodo más álgido de la crisis económica.

De este modo, la percepción de la inmigración como problema se ha ido reduciendo con los años por detrás del desempleo, los problemas de índole económica o la corrupción.

El fenómeno de la inmigración extranjera, y las actitudes que sobre ella  expresa la población autóctona, está muy ligado a la evolución de la economía y del mercado laboral. Desde el inicio de la crisis se ha constatado un descenso del número de personas que apoyan la necesidad de contar con la inmigración para trabajar en algunos sectores de la economía vasca. Así, en 2007 este porcentaje se situaba en el 72%. En 2016 casi el 40% de las personas encuestadas apoya esta idea.

El temor a que la llegada de personas extranjeras pueda afectar negativamente a la población autóctona que busca un empleo se ha ido diluyendo a medida que avanzaba la recesión económica. En 2016, este valor se ha situado en el 33,3%, en niveles de 2008 tras haber alcanzado el 48,2% en 2012.

Se opera una mayor aceptación de la inmigración laboral siempre y cuando sea funcional al mercado laboral vasco. Este discurso toma fuerza y vuelve a parámetros similares previos a la crisis.

En suma, la población vasca opina que su relación con la población extranjera no ha experimentado cambios en el último año. Cerca de un 70% piensa de esta manera. Asimismo, un 12,5% considera que ha mejorado la relación y un 14,5% opina que ha empeorado.

Sanidad y educación

Pero donde la sociedad vasca se muestra más abierta y tolerante hacia la persona inmigrante es, sin duda, cuando se tratan cuestiones como el derecho a la sanidad, la educación o el refugio. Por ejemplo, la idea de que todas las personas extranjeras deberían tener acceso a la educación o a la sanidad, como derechos de carácter universal, está cada vez más extendida (el 78%). Educación y asistencia sanitaria, que en los años de crisis sufrieron un importante desgaste, son los únicos derechos que la sociedad vasca no vincula a la regularización administrativa.

Otro tanto sucede con las personas que solicitan refugio o asilo. Las posiciones más favorables hacia las personas refugiadas han aumentado en el último año: el 29,8% estima que hay que acogerlas sin restricciones frente al 22,1% de 2015. Si se suman los porcentajes de aquellas personas que afirman que tienen que tener acceso sin restricciones o una vez que demuestren su condición de perseguidas, la cifra asciende hasta un 71%.En todos estos casos es cuando sale a relucir la vertiente más solidaria de la sociedad vasca.

En cambio, mantiene reservas sobre el modelo de integración. Así, por ejemplo, el 85,4% piensa que son las personas inmigrantes las que tienen que esforzarse en adoptar las costumbres y tradiciones de las autóctonas, y un 70,7% está de acuerdo en que la plena aceptación exige la renuncia de aquellos aspectos de la religión o de la cultura que entran en conflicto con la legislación local (en 2015, un 63,9%).

En 2016, las posiciones asimilacionistas se han reforzado, siendo éste uno de los pocos temas en los que no se nota un cambio de ciclo en las actitudes hacia la inmigración.